domingo, 28 de junio de 2009

Maquinita


Hoy salí. Fui de compras. Salí de casa. Llovía. Tomé la micro. El chofer me pediria pase si no fuera domingo, y si no hubiera pagado completo, los inestables 350 que suben y suben y jamás se estabilizan. Pero cuando la bencina baja, el pasaje se queda igual. Juegos del sistema... Como sea, suben niños y más niños, que me hacen pensar en el baby boom. Solo que no hay pérdidas, solo niños y más niños, en un planeta donde la población se hace insostenible. Es imposible avanzar sin que suceda una catástrofe de por medio. Son demasiados humanos. Es eso, o más espacio, que significaría, otro planeta. Improbable... Me bajo en esa esquina donde venden autos usados. Camino junto a una pared llena de capas y capas de afiches de tocatas. Es raro que el gobierno "apoye" la cultura, pero los artistas no vean jamás el maldito gobierno. Esa imágen que no existe, con un demonio, que hace ilusiones en los que no saben de esto, en la "gente" común y corriente. Pero ya no quedan muchos humanos por engañar. Gracias al cielo que están comenzando a abrir los ojos. Sigo caminando y cruzo calles, bajo la lluvia que aún se rehusa a dejar de caer. Los mil y un pitidos de precios registrandose en las cajas "beep-beep", me avisan que acabo de llegar al supermercado. Lo que asalta a la vista son carteles con números y alcohol en la entrada. La fruta y el pan ocultos en una esquina. Los cadáveres de animales yaciendo en las vitrinas. Los números prostituyéndose por dinero y créditos. Es como una guapa mina hecha de botellas de cerveza con sabor a detergente y vísceras de cerdo, aún sangrantes. Una caja de condones y una tarjeta de crédito en la misma mano. Y en la otra, un contrato de 80 lucas por tu alma. Nada fuera de lo común. Es lo pervertido del supermercado, esa mina que se esconde entre las vitrinas, que me mira detrás de las monedas, que está fotografiada en la bolsa del supermercado y en el final de la boleta, junto a un "Gracias por su Preferencia". No se puede ver más naturaleza que las plantas de plástico, naturaleza muerta y vendida, más que estas plantas, horrible para el mono que se transformó en humano, ni el más intrépido de los animales se atrevería a entrar aquí. Ver cadáveres de sus hermanos vendiendose y canibalizándose, números proxenetas con musica romántica, quizá Cristián Castro, o un Space Age Lounge bastante aburrido. Tan macabro como maquiavélico, hipócrita, desgraciado, vendido, maquinita imbécil, redundante, anticristo, capitalísta, y de seguro aunque nombre todos los adjetivos malos para la maquinita, no bastaría. Decir "cerdo" capitalísta, es mucho decir. Porque un cerdo jamás se sacaría sus intestinos, sus sesos, sus piernas, sus brazos, su sangre, su cabeza misma, su corazón, para ganar algo de dinero y una buena imágen. Tampoco haría lucro de las adicciones y las sombras de las personas. Y dejaría de lado la educación y la cultura de sus hermanos.
Pero al salir afuera, me dí cuenta de que la vida sí se abre paso. Llovió sobre mi cara una vez más y no me puse gorro. Quise sentirla. Quise mojarme, no sé si le ha pasado, caro lector, quise mojarme y sentir la plena naturaleza en mi cara. Algo de ácido carboxílico y dióxido de carbono tendrá, quizá ácido sulfhídrico, pero era naturaleza, o lo que queda de ella, al fin y al cabo. Aún no pueden controlar esto. Y el día que lo hagan, será como cortar un alerce milenario del sur de Chile
...
Ouk! muy tarde...
Paz!

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